Por los cuentos de Terror

Leer la horrorosa descripción, sentir el propio aliento agitado, el susurro nocturno de las cosas que se arrastran, los viejos muebles cargados de secretos chistándose conjuros, la angustia devoradora ante la sombra que se ha movido, o tal vez no se ha movido, el fogonazo lejano de un relámpago desconcertante y mudo, el gato que sierra la noche con su maullido enfermo, el vértigo por la casa desierta e ignota, el contagioso temor que el primo aquella vez confesó a las tenebrosas escaleras, la certeza del conde agazapado y la imperiosa, maldita necesidad de ir al baño.
Va una tinta, menos angustiosa y más divertida de lo que parece, y su detalle que hice para Santillana para ilustrar el miedo a levantarse de la cama, inspirada en crudos hechos reales.