Hace ya varios años ilustré un método de idiomas para chicos donde la acción giraba mucho en torno a cierta mascota familiar, un gato atorrante, taimado y ciertamente cínico, que basé mucho en mi gata barcina de entonces, Virna Lisi.
Para ejercitar ciertos verbos y actos cotidianos, la editora no encontraba una salida que le convenciera.
Se me ocurrió proponer esta feliz rutina de gato calavera.
Un día como cualquier otro en esta vida rutinaria
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